La firma Paul Gauselmann, cuyo título lleva el nombre de su propio dueño, se encuentra en el centro de la polémica alemana. Esta compañía, fabricante de máquinas tragamonedas, fue acusada de otorgar donaciones por demás generosas a partidos políticos desde hace ya algunos meses. Se asegura fueron realizadas de forma éticamente incorrecta, con el objetivo de alcanzar sus propios fines en la industria gaming.
Este tipo de lobbying –es decir, la presión ejercida por un grupo de personas que intentan influir en las decisiones de otras en pos de sus intereses- parece ser moneda corriente en el país. Se pudo ver con el caso de importantes firmas como Visa y MasterCard, quienes participaron también, expresando que las leyes de los EE.UU. no podrían de ningún modo ser aplicadas en Europa bajo las mismas características.
